Los falsos mitos sobre el cerebro que seguimos creyendo
CRISTINA G. LUCIO ( EL MUNDO, 21
de agosto de 2017)
No, no es cierto que sólo usemos un
pequeño porcentaje de su capacidad. Tampoco es verdad que se necesiten nuevas
neuronas para aprender. "Sólo usamos el 10% de nuestro
cerebro". ¿Cuántas veces ha oído esta frase? ¿Usted mismo la ha
pronunciado para rebatir a su cuñado en alguna cena familiar? Pues sepa que no
es cierta ni tiene ningún respaldo científico.
No se apure, no es el único que estaba
equivocado. Pese a ser errónea, la creencia está muy extendida, como también lo
están muchas otras falsas ideas sobre el cerebro, un órgano cuya aureola de
misterio parece dar especial pábulo a la fabulación. La idea de que sólo
empleamos un pequeño porcentaje de un 'ordenador' con un grandísimo potencial
que sólo espera a ser 'despertado' para ponerse a trabajar es fantástica. Abre
la puerta a todo un mundo de capacidades por explorar. Sin embargo, la ciencia
ha demostrado en numerosas ocasiones que "el cerebro no mantiene zonas
en desuso y en realidad funciona como un todo", tal y como aclara
Pablo Irimia, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
"Este neuromito es tan popular que
hasta ha sido el punto de partida de diversas obras literarias o
cinematográficas, como la película reciente 'Lucy'. Pero los estudios de
neuroimagen funcional han sido capaces de mostrarnos la variedad de áreas
cerebrales que se activan según diversos procesos biológicos. El reconocimiento
facial, las emociones, el humor... Todas ellas son funciones cerebrales que se
producen por la activación de diferentes áreas" en toda la estructura
cerebral, coincide Ayoze González, neurólogo del Hospital San Roque de Las
Palmas de Gran Canaria.
Detrás de la popularización de este
mito, comenta Irimia, no sólo está la ilusión colectiva de la existencia de un
potencial desarrollo cerebral aún virgen, sino también una malinterpretación de
los resultados de los estudios científicos.
La investigación, explica el neurólogo,
ha permitido identificar áreas específicas que están relacionadas con algunas
funciones, como el lenguaje; y esto ha hecho que muchas personas imaginen el
cerebro como un conjunto de 'oficinas' que funcionan de forma independiente.
Pero esta concepción está muy alejada de la realidad, confirma González.
"No hay que pensar en el cerebro como un órgano formado por compartimentos
estancos encargados de una función determinada. La realidad es que neuronas se
conectan unas a otras formando redes neuronales intrincadas que relacionan unas
funciones con otras", aclara. "Este mito, que está tan extendido, ha
contribuido a crear un halo de misticismo sobre el funcionamiento del cerebro",
reflexiona González. Pero no es el único que circula ampliamente.
Un estudio publicado recientemente en Frontiers
in Psychology repasa algunas de las falsas creencias más comunes y da
cuenta de lo extendidas que están. Por ejemplo, hasta un 64% de los 3.045 individuos
que estudiaron pensaba que en todas las personas existe una predominancia de
uno de los dos hemisferios cerebrales, lo que ayuda a explicar sus diferencias
de aprendizaje. Aunque en menor medida, este mito también estaba extendido
entre profesionales de la educación (49%) y hasta en individuos con cierta
formación en ciencias (32%). "El hemisferio cerebral izquierdo controla la
parte derecha del cuerpo y es el responsable de las funciones analíticas,
numéricas, lógicas o el lenguaje en aproximadamente el 80% de la
población", explican los neurólogos. En el derecho, por su parte, están en
general localizadas funciones afectivas o de comunicación no verbal o
cuestiones como la entonación del lenguaje o el componente afectivo del mismo.
Y es de aquí, señala González "de donde derivan conceptos como el de
dominancia cerebral o 'neurotalento'", que presuponen que una persona será
más o menos creativa en función del 'poder' de sus hemisferios cerebrales. Sin
embargo, en realidad "las diferentes aptitudes que todos tenemos no
están vinculadas a la predominancia de un hemisferio cerebral",
desmiente Irimia.
Tampoco es cierto que, tal y como creen
muchas personas, "el cerebro se apaga mientras dormimos". En realidad
el sueño no es algo pasivo, sino "un proceso activo en el que tienen lugar
mecanismos fundamentales para el organismo, como la consolidación de la
memoria", señala el vocal de la SEN. Ni si quiera es un proceso estático,
añade González, sino "dinámico en el que se suceden, en ciclos de
alrededor de 90 minutos, cinco fases del sueño". Dormir es fundamental
para el organismo, subrayan ambos especialistas. Por eso, cuando no descansamos
adecuadamente disminuyen la capacidad de concentración, de planificación, de
memoria y el rendimiento en general.
'Siempre se
puede aprender'
Otra de las creencias erróneas que, en
general, es bastante popular según el reciente estudio, es la idea de que, para
aprender, el cerebro genera nuevas neuronas. No es cierto. Lo que ocurre en los
procesos de aprendizaje es que las neuronas ya existentes crean nuevos lazos de
comunicación. Se establecen nuevas conexiones, abriendo nuevas redes o
potenciando las ya existentes. "Este es el fundamento de la neuroplasticidad",
comenta González. También ocurre a la inversa. "Las redes neuronales que
no se utilizan se van perdiendo. Así, si hemos aprendido un idioma nuevo o a
tocar un instrumento, pero no practicamos vamos perdiendo la habilidad
aprendida", señala. Eso sí, una vez retomamos la actividad, es más fácil
recuperar la destreza, porque las redes neuronales ya están creadas y sólo hay
que 'desperezarlas'.
Este neuromito entronca con otro que
también está bastante difundido y dice que hay cosas que sólo pueden aprenderse
de niños. "Hay que desterrar esta idea porque siempre se puede aprender",
remarca Irimia. Es cierto que es más fácil aprender de niño porque el cerebro
es más plástico, está más preparado para el aprendizaje en la infancia, apunta
el especialista. "Pero la capacidad de aprender es posible a lo largo de
toda la vida", zanja.
En torno al cerebro se han creado muchas
más concepciones místicas y pseudocientíficas que respecto a otros órganos del
cuerpo humano. "Es difícil saber de dónde parten muchos de estos
mitos", coinciden en señalar los neurólogos consultados, pero está claro
que todos tienen que ver con un intento de dar explicación a lo desconocido.
Porque, aunque la ciencia ha avanzado mucho en las últimas décadas, en muchos
sentidos el cerebro sigue siendo un gran misterio.
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