La educación y las actividades físico-deportivas
El origen deportivo del Estado
Generalidades y conceptos básicos
Didáctica. Elementos y principios.
El aprendizaje
El aprendizaje motor
Mecanismos de ejecución de las tareas motoras
El aprendizaje motor. Transferencia y retención. Curvas de aprendizaje.
También facilito los enlaces a distintas películas. La de The long a winding road es anecdótica, como podréis ver. Simplemente es para aclarar el título utilizado para esa parte del tema.
Condicionamiento clásico
Condicionamiento operante
NBA y ajedrez
Palas canarias
Palas cántabras
Clinic de palas en playa
The long and winding road
A continuación, un enlace para entender mejor el apartado 6.2 del manual de clase (Jerarquización neurológica de las tareas motoras):
Control neurológico de las tareas motrices
Capítulo 6
Los mecanismos de ejecución
de las tareas motoras
En este capítulo se van a estudiar los principios
fundamentales que subyacen en las ejecuciones de las tareas motoras; esta vez
se hace desde una perspectiva cognitiva, para completar la perspectiva más
mecanicista esbozada en los capítulos anteriores. Se considerarán los factores
a tener en cuenta y la interrelación e integración de los mismos en la conducta
motora resultante. También, se describirán básicamente las implicaciones neurológicas
conocidas.
6.1. CONSIDERACIONES DE
PARTIDA
El esquema básico que seguiremos para explicar la
adquisición de las destrezas, parte del hecho de que el individuo realiza una
serie de movimientos. Estos movimientos no se realizan espontáneamente ni sin sentido.
Por un lado, son resultado de las posibilidades biológicas con las que cuenta
el individuo, ya que se encuentra en un determinado estado o fase de desarrollo
-que incluye al desarrollo motor-.
Por otro lado, cuenta la intención
motora con la que es realizado el movimiento. Por estas razones, hay que
contar con:
- CAPACIDAD DE MOVIMIENTO
- INFORMACIÓN DISPONIBLE
- CAPACIDAD DE
INTEGRACIÓN
|
Contar con determinada
capacidad de movimiento.
|
Desde la disposición fisiológica actual de la que se
parta, podremos esperar determinado nivel de logro de la tarea a realizar. No
podemos esperar los mismos logros en todos los individuos, pues hay que contar
con sus diferentes niveles de partida en la capacidad de movimiento adquirida
hasta ese momento. Aquí, hay que considerar la edad del individuo, el estado de
su musculatura, de su sistema nervioso o su estado de salud. Es esencial, pues,
el estado físico del que se parte.
Contar con la información a
la que puede acceder.
|
El grado en el que pueda acceder a la información
nueva condicionará el resultado de las acciones que realice. Hay que contar con
la información previa y con la información nueva que le proporcionen sus
resultados.
Capacidad de integrar la información disponible con
los resultados de sus acciones.
|
Esta capacidad requiere un determinado nivel de
procesamiento de la información y de capacidad de elección y selección de sus
acciones motrices. Estas circunstancias suponen, como ya es clásico en la
exposición de estos temas, contemplar un esquema similar a este:
INFORMACIÓN -----> DECISIÓN -----> EJECUCIÓN
|
Las informaciones que recibe el individuo suponen,
desde las teorías del aprendizaje estudiadas (conductistas), los estímulos necesarios o ante los cuáles
emitiremos, más adelante, las respuestas. Estas informaciones le llegan al
individuo mediante los órganos sensoriales encargados de recoger los estímulos
externos o internos. Desde los sentidos clásicos olfato, tacto, gusto, oído y
vista (sensibilidad exteroceptiva),
pasando por las sensaciones cinestésicas y de equilibrio (sensibilidad propioceptiva), hasta las sensaciones
que proceden del medio interno (sensibilidad interoceptiva), todas ellas constituyen informaciones para el
individuo. Este tipo de percepciones tienen la función de informar al individuo.
SENSIBILIDAD
EXTEROCEPTIVA
|
SENSIBILIDAD
INTEROCEPTIVA
|
SENSIBILIDAD
PROPIOCEPTIVA
|
Tacto
Gusto
Olfato
Visión
Audición
|
Órganos
internos
|
Equilibrio
Cinestesia
|
Cuadro 6.1. Informaciones
sensoriales.
Para que el individuo pueda captar debidamente estas
percepciones (y quede así debidamente informado), él mismo debe mantener una
actitud activa que se manifiesta en
la atención que presta a los
estímulos. La atención es un proceso que selecciona
determinada información, por lo que no toda la información presente en el
ambiente va a ser captada por el individuo. Además, la atención es una función limitada, es decir, que no permite la
captación de toda la información disponible. Es posible, con la práctica,
aumentar esta capacidad, pero no por ello debemos pensar que no hay límites. Es
razonable suponer que si admitimos límites en la capacidad cerebral, debemos
hacer lo mismo con los procesos de atención y de disposición de información de
la capacidad cerebral.
Una vez conocida la información, una vez presente el
estímulo (o la configuración estimular, ya que no se trata necesariamente de un
sólo estímulo), el individuo elabora, elige o decide una respuesta. Es un
trabajo cognitivo sobre el que no
podemos realizar observaciones directas. Se trata de que el individuo piensa ante la información disponible.
Recapacita, elige, desecha, selecciona, compara y establece un plan de
actuación motora.
Todo este proceso se compone de un “estudio”
-presumiblemente muy distinto entre los distintos individuos- de la situación.
Este proceso es más o menos elaborado o complejo, presumiblemente, según el
grado de dificultad que implica la situación (su novedad o grado de
conocimiento, su parecido o semejanza con otras situaciones conocidas por el
individuo) y según el interés del individuo -su nivel de implicación en la
tarea o su motivación para la misma-.
Por último, el individuo ejecuta la acción motora.
Emite una respuesta ante la
situación. El individuo va a hacer movimientos que pueden ser adecuados o no.
Pueden ser movimientos hábiles o diestros, o pueden ser movimientos torpes e
ineficaces para la tarea propuesta. Lo más frecuente es que los movimientos
emitidos necesiten ajustes posteriores en las siguientes emisiones de conducta motora.
De la emisión de sus respuestas motrices el individuo
obtiene una información que añade a la que ya disponía. Es el proceso de
feedback o retroalimentación, que permite ir corrigiendo las respuestas
siguientes.
Cuando efectuamos los movimientos necesarios para
llevar a cabo una tarea no nos limitamos a emitir las respuestas motoras
adecuadas a tal fin, como si dichas respuestas bastaran por sí solas de forma
independiente a la situación. Las respuestas no se emiten sin un control
continuo por parte del individuo. Ya que se trata de movimientos voluntarios,
se efectúa un control sobre ellos. Otra cosa es que este control resulte
efectivo o no.
Las respuestas no son ciegas. Dependen de la
información que continuamente se recibe del ambiente exterior al individuo
(sensaciones exteroceptivas) y del ambiente interior (sensaciones propioceptivas).
Estas aferencias o llegadas de información van modulando las acciones motoras
emitidas. Las mismas acciones motoras van generando nuevas informaciones acerca
de su ejecución. A este tipo de información
que llega al sujeto como resultado de sus acciones se conoce como feedback.
Además, las sensaciones interoceptivas (del medio
interno) también influyen en la ejecución de las tareas motoras. Si
consideramos que el medio interno está
relacionado con diversas
oscilaciones emocionales -vehiculadas
por niveles hormonales, por ejemplo-, podemos entender que afecte a la
ejecución de tareas.
Disponemos así de un cuadro bastante complejo de lo
que sucede cuando realizamos comportamientos motores. El nivel de complejidad y
dificultad de las tareas a realizar vendrá a definir las interrelaciones de
aferencias y eferencias. Y el dominio de
la ejecución de las
tareas supone también que con las
repeticiones de las mismas se pueda automatizar
dicha ejecución, parcial o totalmente. Con ello dispondremos
de mayor libertad
para ampliar el resultado
de la ejecución al poder atender
a otros estímulos menos conocidos y aún no bajo control de la automatización.
Cuando aprendemos a conducir un automóvil nos
encontramos rígidos en el asiento del conductor y no atendemos a conversaciones
diferentes a las que mantenemos con nuestro instructor. Debemos pensar en
sus indicaciones y manipulamos
torpemente las palancas, los pedales, el volante, los espejos, y,
hasta la llave de contacto. Raramente podemos ejecutar dos acciones a la
vez. Al pasar el tiempo, y con la práctica, podemos observar que nos
encontramos más cómodos en el asiento y que nos atrevemos a mantener
conversaciones acerca de las tareas con el instructor a la vez que conducimos.
Nuestros movimientos son más ligeros y precisos. Finalmente, se llega a lograr
un dominio tal que se realizan las tareas de forma casi inconsciente y sin
necesidad de paradas entre los múltiples pasos en los que nuestro instructor
nos dividió las tareas; también podemos ahora atender a una gran cantidad de
estímulos. Obsérvense las fases descritas por Fitts en el ejemplo expuesto.
Un niño pequeño da sus primeros pasos poniendo toda su
atención en ello. A medida que la tarea se domina va siendo menos necesario que
tenga que atender exclusivamente a ésta. De mayor, apenas pone atención al
hecho de tener que andar. Es el efecto de la automatización.
6.2. JERARQUIZACIÓN
NEUROLÓGICA DE LAS TAREAS MOTRICES
Las tareas, las acciones motrices y los movimientos,
se encuentran sometidos a control en diversos niveles (López Chicharro y
Fernández Vaquero, 1995: 45).
El nivel
medular es el más “primitivo” desde el punto de vista evolutivo. Va a
consistir en el sistema de control sobre la postura y sobre la base de ésta -el
tono muscular-. La médula espinal va a encargarse de controlar determinadas
acciones motoras de carácter claramente automático. El tono muscular es el
resultado de la información originada en las sensaciones recogidas por los husos
musculares (receptores que se encuentran en los vientres musculares), que es
transmitida aferentemente hacia la médula, y, donde es contestada eferentemente
con un mensaje de una cierta contracción hacia los músculos. Las informaciones
que recogen los husos musculares consisten en movimientos de estiramiento
muscular. Las respuestas aportadas por la médula son de contracción muscular.
La elaboración de la respuesta por parte de la médula
se puede conseguir gracias a la existencia de neurotransmisores inhibidores o
excitadores que, disponibles en las neuronas, son descargados en las sinapsis
establecidas entre neuronas sensitivas y neuronas motoras (en el caso de los
reflejos monosinápticos), y, además, en las sinapsis entre neuronas sensitivas,
interneuronas y neuronas motoras (en el caso de los reflejos polisinápticos).
De la misma forma que existen los husos musculares en
el vientre muscular (para informar de los estiramientos que afecten al
músculo), existen otros receptores -esta vez en los tendones- llamados órganos
tendinosos de Golgi (que informan sobre estados excesivos de tensión muscular).
Mediante un esquema similar al descrito anteriormente, logran que la médula
emita una respuesta de inhibición de la contracción muscular.
La médula no efectúa estas funciones de modo
totalmente independiente, sino que recibe “modulaciones” (una forma de control)
desde estructuras superiores diversas que se conocen como estructuras supraespinales (la formación reticular, los
núcleos vestibulares, el núcleo rojo, el cerebelo y la corteza motora).
Otro nivel de control es el del tallo encefálico. Estos centros nerviosos se encuentran en lo
que los neurólogos conocen como la formación
reticular. La formación reticular está compuesta por un gran número de núcleos
celulares a los que van a llegar informaciones procedentes de los siguientes
receptores: del aparato vestibular (situados en el oído interno, encargados de
informar de los movimientos y desplazamientos de la cabeza), de los receptores
cervicales (en las tres primeras articulaciones de las vértebras cervicales), y
de los receptores de la visión en la retina. Además, también reciben las
informaciones que ascienden por la médula espinal procedentes de receptores
articulares, musculares y cutáneos.
La formación reticular no sólo accede a informaciones
procedentes “desde abajo”, sino que también a informaciones que vienen “desde
arriba” (desde los centros nerviosos superiores).
Las acciones motoras reguladas a este nivel incluyen las
reacciones motrices estáticas, las reacciones de enderezamiento y las
reacciones de “equilibración”. Forman parte de las funciones motoras de
sostener el cuerpo contra la gravedad y la de mantener el equilibrio. Gracias a
la primera, y a la acción sobre la musculatura extensora, se pueden mantener
erguidas las personas, y se evita, así, que el cuerpo caiga por acción de la
fuerza de la gravedad. Gracias a lo segundo, y a pesar de los cambios en el
tono muscular, se puede mantener el equilibrio.
El siguiente nivel de control es conocido como nivel de los ganglios de la base.
Constan de un conjunto de núcleos celulares situados en la base del encéfalo y
tallo cerebral. Las informaciones que llegan a estos ganglios de la base (las
aferencias) proceden de la corteza motora. Su función principal, desde el punto
de vista del control del movimiento, parece ser precisamente el control o
modulación de la dirección, de la amplitud, de la velocidad y de la fuerza de
los movimientos voluntarios (“iniciados” desde la corteza cerebral).
El nivel del control
de la corteza motora, supone que la
misma dispone de células que elaboran los movimientos voluntarios de las
personas. Las aferencias suponen las informaciones que suben por la raíz dorsal
de la médula espinal y que, pasando por el tálamo, se proyectan sobre la
corteza sensitiva. También proceden de la formación reticular. La corteza
sensitiva asigna un espacio o campo cortical específico donde cada parte del
cuerpo está representada (es el homúnculo
sensitivo de Penfield).
De la misma forma, existe un campo cortical específico
en la corteza motora que se conoce como homúnculo
motor de Penfield. Se conocen varias áreas diferentes en la corteza
cerebral motora, interviniendo cada una de ellas en tareas diferentes. El área
primaria (área 4 de Brodman) sostiene la ejecución de los movimientos
voluntarios, mientras que otras áreas -conocidas como suplementarias- se
encargan de la programación de los movimientos.
La información eferente se divide en dos sistemas: el piramidal y el extrapiramidal. Las neuronas que conforman el sistema piramidal se
dirigen hacia la médula espinal (también dan conexiones con otros centros
nerviosos) y sustentan la motilidad voluntaria, a la vez que también
intervienen en la regulación del tono muscular (posiblemente con carácter
inhibidor). El sistema extrapiramidal está constituido por neuronas que desde
la corteza motora se dirigen a otros centros (ganglios de la base y formación
reticular) antes de dirigirse hacia la médula espinal. Se encarga de
movimientos inconscientes, adaptaciones posturales y regulaciones autónomas.
El nivel de control
cerebeloso, se ocupa del tono muscular, del mantenimiento de la postura y
de la coordinación sensitivo-motora. Las aferencias le llegan al cerebelo desde
diferentes estructuras del sistema nerviosos central (de la formación
reticular, de los ganglios de la base, de la médula espinal, del bulbo y de la
oliva inferior). Las eferencias salen por los pedúnculos cerebelosos y se dirigen
a diversas estructuras nerviosas centrales (formación reticular, núcleo rojo y
tálamo). Precisamente su conexión -a través del tálamo- a la corteza cerebral
es lo que sustenta el papel importante del cerebelo en el aprendizaje motor.
Para conocer más sobre el contenido de este apartado
puede ser conveniente que el lector acuda a un tratado de neurofisiología
humana.
6.3. ORGANIZACIÓN DEL
MOVIMIENTO VOLUNTARIO
Para que un movimiento se produzca, podemos contemplar
diferentes momentos. Ya hemos contemplado, anteriormente, el esquema de
Información-Decisión-Ejecución. La información está representada por las
aferencias procedentes de las circunstancias exteriores e interiores del
individuo. Una vez contempladas las aferencias, vamos añadir, ahora una nueva
fase situada entre la decisión y la ejecución, representada por la selección
del programa. Así pues:
Fase de decisión del
programa motor a ejecutar
|
Parece que es el área suplementaria de la corteza
motora la que tiene la responsabilidad de llevar a cabo esta fase. Esta fase
supone un carácter intencional y voluntario del movimiento a realizar.
Fase de selección del
programa motor
|
También se lleva a cabo en las áreas suplementarias de
la corteza cerebral. Es una programación o plan de elaboración del acto motor.
Fase de ejecución y de
control del acto motor
|
Se envían impulsos de información a otros centros
nerviosos de control (a los ganglios de la base y al cerebelo). Esta
información se conoce como potencial de aviso. A través del tálamo, las
estructuras implicadas (cerebelo y ganglios de la base) informan a la corteza
motora, devolviéndoles la información modificada. La corteza motora manda
entonces la orden de ejecución “hacia abajo”.
PARA SABER MÁS: Subrutinas,
anticipaciones y sinergias.
En el proceso del aprendizaje motor se constata que los torpes movimientos
del principio se terminan convirtiendo en movimientos dominados, controlados y
bien ejecutados. Hasta llegar a este buen resultado final se han puesto en
marcha tres mecanismos fundamentales: las subrutinas, las anticipaciones y las
sinergias (Corraze, 1990:57).
La subrutina constituye un primer y sencillo nivel de acto motor que forma
parte -con otras subrutinas- de una destreza motriz. Las distintas subrutinas
corresponden a los movimientos elementales (ver capítulo anterior) que componen
las distintas destrezas motoras. Las subrutinas que forman parte de una
determinada destreza se suceden en el tiempo y deben integrarse para lograr una
ejecución válida.
Otro mecanismo importante para la ejecución madura es la anticipación
psicomotriz. Consiste en adquirir un dominio de la ejecución de los movimientos
sobre el tiempo, de forma que se den en el momento adecuado tras la
estimulación que les ha podido preceder.
En efecto, sin una capacidad adecuada de anticipación psicomotriz el
movimiento se puede ejecutar pero sin la debida rapidez -con lo que pierde
efectividad deportiva-. La anticipación supone la organización temporal de las
secuencias motrices de las distintas subrutinas.
El tercer mecanismo fundamental es la sinergia, definida como la actuación
conjunta y armoniosa -“como en una orquesta”- de los grupos musculares
implicados en las destrezas motoras: su coordinación.
EJERCICIOS
1. Describa con un ejemplo todos los pasos
que sigue el aprendizaje de una tarea motora, considerando el esquema
información-decisión-ejecución.
2. ¿Cuál es el papel de la médula en el
control de los movimientos reflejos?
3. ¿Cuál es el papel del cerebro en los
movimientos voluntarios?
4. Exponga un esquema del sistema nervioso,
explicativo del movimiento.